No quiero alarmar a nadie, pero la cosa no pinta bien. Salir a la calle cada día hace que se tu exposición a las palabras crisis, paro, crisis, volatilidad, crisis, indignación y cada vez más, apocalipsis, muerte y destrucción.
Tampoco es que sea algo nuevo. Desde que llegué a este país, me he convencido de que el orgullo nacional anda por los suelos, y no es que lo mío sean las patrias, pero tampoco creo en la vergüenza nacional, que es lo que parece que se sirve en todos los rincones de este país.
Tal vez para reconciliar al pueblo consigo mismo, el Cine Doré pasó este mes un ciclo de Berlanga y pude ver Calabuch, y muchos descubrieron por primera vez El Verdugo, obra maestra por donde se le mire.
Pero ahora que los recortes estancamiento son el nuevo tema de peluquería, y que la gente se repite que este país y su gente y sus ovejas son una mierda, yo quiero recordarles que hay un motivo para pensar que aquí, como en cualquier sitio,la población no la componen sólo gobernantes tarados, banqueros sociópatas y periodistas depravados, sino de vez en cuando también artistas geniales.
Si no me creen, échenle a un ojo a esta joya de 1907...
